EL LENGUAJE, EL YO AUTOCONSCIENTE Y LA CONSTRUCCIÓN DE REALIDAD (12 de enero 2025)
"No hay nada fuera del texto"Jacques Derrida"Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo"Ludwig Wittgenstein"El lenguaje es la casa del Ser, en su morada habita el hombre"Martin Heidegger
Puede la realidad, su riqueza, su diversidad, su profundidad y su manera especial y única de experimentarse, puede, traducirse y expresarse en palabras, capturar los trazos exactos de nuestro sentir, de nuestra singular e íntima forma de vivenciar la realidad?. Puede esa constelación simbólica de conceptos, esa comunidad de palabras, ese lenguaje, cubrir y decodificar todas las esferas y dimensiones de la realidad; de una realidad viva, que el sujeto crea, devela y experimenta de una manera única?. O quizá, estamos confundidos, tratando de equiparar dos órdenes o esferas de distinta naturaleza, de equiparar la vida en acción, tal como se experimenta, tal como se vivencia, como una actividad, pretendiendo equiparar con un lenguaje simbólico abstracto, que sólo sirve para la comunicación, para acercarnos al otro, a sabiendas que hay una distancia entre el mundo de la vida y ese universo conceptual.
Si todo esto es así, entonces, ¿Cuánto hay de nosotros mismos más allá de las palabras?. Existe, ya, una entidad, única, diferenciada; ¿un soplo de vida autoconsciente? ¿Podemos operar ya, con prescindencia del lenguaje desde un plano pre simbólico, desde una argamasa de emociones primordiales? ¿Puede, ella, dibujar ya un rostro propio, un núcleo esencial desde el cual mirar al mundo, mirarnos, sentir nuestra presencia?
Creo que la respuesta es afirmativa que, en efecto, hay una esfera intima, originaria, una amalgama de emociones trascendentales que nos lleva a un estado único y singular de imaginación y contemplación: un estado germinal donde no opera aun el lenguaje. No hay palabras, ni su tesitura, ni su intensidad y fuerza, ni su tonalidad; nada es traducible conceptualmente, nada logra dibujar, nada puede expresar su hondura, su color y contraste. Está allí, enclavado en lo más profundo de nuestro ser como el primer ladrillo fundamental. Tan vívido y real como místico e inefable (en el sentido propuesto por Wittgenstein), que pareciera no influir en nuestras vidas, pero que se expresa de manera latente en conexión activa con nuestras emociones. Eventualmente sumergido en la profundidad del olvido o de su insignificancia en nuestra vida material cotidiana, pero solo basta una mirada trascendente para que ella vuelva a aparecer; solo basta mirar más allá del horizonte físico para que se nos aparezca un horizonte sin límites, un horizonte tan personal y nuestro, pero que, se resiste a toda inscripción; que se muestra, por momentos tenue, vago, indiferenciado; en otros, denso, febril y borrascoso. Pero siempre levitando en un halo enigmático, como un latido, un pulso desde el cual, fluye la vida.
Pero entonces, ¿Cuáles son los trazos que dan color, textura y forma a ese ser primordial?, ¿es posible develarlo?, se puede llegar a ella de manera directa desde nuestra interioridad?, o necesariamente, toda tentativa, todo acercamiento, todo puente comunicativo demanda, inexorablemente, del lenguaje. 
Si es así, solo podemos sentir de manera difusa su presencia, su latencia, su sombra. No podemos llegar a nosotros mismos, porque para hacerlo requerimos del lenguaje, porque en la tentativa de hacer audible nuestra voz personal, de dar expresión y significado a lo más propio e íntimo de nuestras emociones, esa traducción originaria, se pervierte, se corrompe y se ideologiza por la mediación del lenguaje.
Entonces el acercarnos es una odisea, volver sobre nosotros mismos es una aventura compleja, un destino al que no podemos llegar plenamente: solo podemos intentar acercarnos, una y otra vez, a sabiendas de su imposibilidad. Pero, no es una aventura vana, estéril, es un lugar de encuentro, de meditación, de reflexión densa y profunda, de expansión y enriquecimiento de nuestras intuiciones y de una particular sensibilidad estética siempre inacabada, siempre envuelta en un halo de incertidumbre que se puede respirar y disfrutar…
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